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La legendaria historia de la Virgen del Cuello Tuerto

La imagen de Nuestra Señora de los Remedios, también conocida como la Virgen del Cuello Tuerto, durante varios siglos, llegó a representar una de las devociones más populares de la ciudad de Murcia. Se trata de una imagen que pudiera pertenecer al siglo XV, quizá de origen catalán, mide aproximadamente 1,10 m. de altura, realizada en arenisca dura, y que aún conserva algunos restos de policromía, aunque el estado de la escultura está muy deteriorado. Viste túnica y capa blanca y carnados el rostro y las manos, al igual que el Niño que sostiene la Virgen sobre su brazo izquierdo. La iconología de esta representación mariana es conocida como hodigitria, de manera que la figura de la Madre de Dios aparece con el Niño en brazos, generalmente en el izquierdo, mientras su mano derecha señala a su hijo, con una ligera inclinación de la cabeza hacia Él.

Esta Virgen de los Remedios que antaño fue veneradísima se encuentra en la Iglesia Conventual de la Merced, la cual perteneció hasta el siglo XIX a la “Orden de Santa María de la Merced para la redención de cautivos”, que fue fundada por S. Pedro Nolasco en 1218 ante la presencia del monarca Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou. Existen algunos cronistas que describen la presencia en Murcia del propio santo fundador de la Orden cuando Jaime I de Aragón toma la ciudad en 1266, e incluso que, el fundador de los Mercedarios, sería quien oficiara la primera misa cuando la mezquita Aljama fue convertida en Catedral. Esta teoría parece reprobable, sobre todo si atendemos a que San Pedro Nolasco, que había nacido unos veinte años antes de que finalizara el siglo XII, ya había fallecido próximo a la edad de 65 años, hacia 1245. Aquella histórica Eucaristía fue oficiada por don Arnau Gurb y fray Pedro Gallego, obispos de Barcelona y de Cartagena respectivamente, según consta en el Liber Gestarum (Libro de las Gestas)del propio rey Jaime I de Aragón, hechos expuestos recientemente por don Antonio Martínez Cerezo.

 Todo apunta a que, efectivamente, la presencia de la Orden Mercedaria en nuestra ciudad proviene de finales del siglo XIII, y quedaron establecidos en Santa Eulalia, pero no se ha podido justificar fecha alguna, como tampoco se ha podido afirmar de manera categórica el origen de la venerada imagen de Nuestra Señora de los Remedios. De todo ello, las primeras referencias escritas las hace el Licenciado Cáscales en sus “Discursos Históricos de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Murcia”. Como consideramos de especial importancia el relato que hace el célebre humanista murciano, dado que fue redactado, y aprobada su publicación tanto por el rey Felipe III, como por el obispo de Cartagena, en el año de 1614, y que probablemente por su antigüedad, y por lo tanto su cercanía en el tiempo con los hechos, haya sido determinante para los sucesivos cronistas que trataron de relatar esta historia, preferimos remitirlas tal y como figura redactado en el “DISCURSO XVI. Capítulo I. P. 279”:

Convento de nuestra Señora de las Mercedes.

Para poder decir de la fundación de este Convento notengo papeles. La tradición es, que se fundó en el tiempo de la población, y que primeramente tuvo casa donde hoy es la Parroquia de Santa Olalla; y así la advocación de este Convento, tiene titulo de Santa Olalla.

De esta Iglesia fueron trasladados extramuros de la Ciudad ala parte delOriente, hasta que el año 1560, a 10 de julio, se entraron, y labraron su casa arrimada ala Puerta Nueva de esta Ciudad, donde han hecho nueva Casa, y Templo muy suntuoso; en él tienen una devotísima imagen de mármol de nuestra Señora, habida por extrañocaso.

La Casa de estos religiosos, antes que aquí se trasladaran, estaba cerca del Rio a la puerta de Orihuela. viniendo pues el Rio “abaxo” esta imagen se paró fronterodel convento de estos Religiosos, y entrando muchas gentes, y procurándolasacar del agua donde estaba detenida, jamás la pudieron mover, hasta que los Religiosos de este Convento probaron si se serviría Dios que ellos la pudiesen traer a tierra, y hecha la prueba salió la Imagen Santa conellos. Por donde se vio claramente pertenecerles, y así la llevaron a su casa, y dieron capilla propia. Con el discurso del tiempo ha hecho infinitos milagros, y ha remediado muchas necesidades, de donde tomó el nombre de nuestra Señora de los Remedios. Tiene esta imagen algo inclinada la cabeza por un milagro que sucedió, y fue, que una doncellaengañada con palabras de un mancebo, condescendió con sugusto, dandolepalabra de casamiento “baxo”de juramentodelante de esta imagen; después el galán se retiró, y negó haberle dado la palabra; ella,corridadelcaso le emplazó delante de esta Santa Imagen, suplicándole volviese por su honra, y “dixo” ala imagen: ¿No es verdad, Señora, qué este hombre en vuestra presencia me diolapalabra de casarse conmigo? Y la Imagen inclinó la cabeza, aprobando la verdad que la mujer decía.

Esta es la crónica más antigua que se conoce en torno a la aparición de la imagen de Virgen de los Remedios en el río Segura, así como la tradicional leyenda de la compostura del cuello de la escultura. Quizá, se hace necesario citar las palabras de Julián Castellanos y Velasco (escritor y periodista del siglo XIX) cuando sugiere lo siguiente: “la tradición, además de ser la madre de la historia, es su poesía, su encanto, lo que hace más agradable su estudio y su conocimiento.Las leyendas transmitidas de padres a hijos y conservadas en cada comarca con religioso respeto y piadoso cuidado, forman el más poético encanto del culto a la Reina de los cielos”.

Sea como fuere, la Virgen del Cuello Tuerto tuvo desde su aparición en el río una capilla en el convento Mercedario, quedando expuesta para recibir la devoción de todos los murcianos. Una veneración que poco a poco iría en aumento merced a esa fe y tradición heredadas, e incrementada, quizá, por las distintas leyendas que paulatinamente le fueron atribuyendo, basadas en su mayoría en propiedades curativas. Aunque, algunas de estas leyendas no fueron demasiado beneficiosas para el estado de conservación de la sagrada escultura, ya que aseguraban a los devotos que, disuelto el polvillo desprendido de la imagen, serviría de medicamento milagroso, afirmando que se habían dado casos de curas maravillosas. Sanaciones que incluían a los pobres estólidos, como así aparece reflejado en una Oración Panegírica que se llegó a publicar merced a un devoto de la Virgen. Sin duda, estos fueron los motivos por los que la conocida originalmente como Virgen del Cuello Tuerto se le intitulara como la “Virgen de los Remedios”. Queda claro que todas aquellas crónicas de carácter milagroso en torno a la Virgen fueron haciéndola más popular entre los devotos murcianos, a semejanza de otras imágenes marianas de gran fervor en la ciudad de Murcia, como por ejemplo la Virgen de Sopetrán, reconocida después como la Virgen de los Peligros, y como incluso la propia Virgen de la Fuensanta.

Con el paso de las décadas, ya durante el siglo XVII, cuando la Orden Mercedaria ya se había establecido en su nuevo convento junto a la Puerta Nueva, el fervor de la Virgen del Cuello Tuerto aumentaría de tal manera, que incluso llegaría a competir en popularidad con la, entonces, Patrona de Murcia, la Virgen de la Arrixaca. Sendas imágenes tuvieron algunos aspectos en común que permiten hacer cierto paralelismo. Las dos eran custodiadas por ordenes religiosas, ambas eran antiguas imágenes de gran devoción, talladas o esculpidas de manera íntegra, y que con la llegada del barroco y esa novedosa tendencia iniciada a comienzos del seiscientosde imágenes vestideras de la Madre de Dios, tanto la Virgen de la Arrixaca, como la de los Remedios, arrastradas por esa preferencia, tuvieron que ser adaptadas para vestir manto, corona y rostrillo.

En el caso de la Virgen de los Remedios, el hecho de ajustar las vestiduras a la imagen le causaría un grave deterioro. Además de los exornos propios, hubieron de adaptarle, realizados en cartón, el brazo derecho y la mano con la que sujetaría un cetro de plata y un ramo de flores. También, el Niño que sostiene la Virgen en su brazo izquierdo sufriría alguna decapitación, de carácter transitoria, para poder adaptarle el sayo.

Así, cuando los Mercedarios deciden restaurar la suntuosa portada de su templo hacia el año de 1711, la Virgen de los Remedios ocuparía en una hornacina el lugar principal de la misma, pero tal y como se representaba en aquellos años, es decir, con el manto, rostrillo y su corona real. Además, en el interior de la iglesia, la Virgen de los Remedios también ocupó el lugar principal en el Altar Mayor, y todo esto, a pesar de no ser la Virgen titular sobre la que se edificó la Orden Mercedaria. Esto resulta un fundado vestigio de la enorme devoción que llegó a atesorar en la ciudad de Murcia la Virgen del Cuello Tuerto.

Durante la etapa de su máximo esplendor la Virgen de los Remedios recibió cultos y despertó tal fervor como si de una imagen patronal se tratara, incluso pudo llegar a ser una alternativa durante los años en que el Cabildo de la Catedral y los PP. Agustinos se disputaron el patronazgo entre la Virgen de la Fuensanta y la Virgen de la Arrixaca respectivamente, pero al tratarse de una imagen que pertenecía a una orden religiosa, el Cabildo la descartó.

En el siglo XVIII aquellos cultos en honor a la Virgen de los Remedios fueron de tal magnificencia que se extendían durante más de un mes. Comenzaban con una novena que se celebraba los domingos comprendidos entre el 25 de julio y 8 de septiembre, fecha en que se celebraba la gran fiesta principal en su honor, con Salve en la víspera, y como final a otra novena que comenzaba ocho días antes, además de fiestas populares. Hubo también una cofradía constituida cuya titular era la Virgen de los Remedios con el fin principal de la veneración de Nuestra Señora, organizar sus cultos y sufragar los gastos. La camarería de tan venerada imagen estuvo ejercida por los miembros de nobles familias murcianas con apellidos tan ilustres como Fontes o Riquelme. Es sabido que en 1754, ese honor recaía sobre doña Antonia Fontes Paz, esposa de don Joaquín Riquelme y Togores, Señor de Guadalupe (mentor del gran escultor Francisco Salzillo), y que, ya en el siglo XIX, la última que ejerció ese honor fue su bisnieta, doña Mª Teresa Riquelme Arce, III marquesa de Las Almenas, esposa de don Rafael Bustos y Castilla, VIII marqués de Corvera.

Otra referencia sobre la importancia que esta imagen de la Virgen tuvo en Murcia la encontramos en la participación, junto a la patrona y otras imágenes de gran devoción como la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en las rogativas que se ejercían en la ciudad. Una de ellas aparece reflejada en las Actas Capitulares del Concejo de Murcia, concretamente la del 26 de marzo de 1716, en la que se puede leer:

Viose de los señores Deán y Cabildo de la Sta. Iglesia de Cartagena, participando de esta ciudad, como deseando aplacar la severa indignación de la ruina injusta que se experimenta en la gran falta de agua y quema de la hoja, han resuelto confirmar las deprecaciones, visitando hoy, mañana y por las tardes en procesión, la milagrosa Imagen de la Madre de Dios de los Remedios que se venera en el Convento de Religiosos Mercedarios, y esta sacarla en Procesión General por las calles públicas el Domingo próximo […]

En el siglo XIX, fruto de las ya consabidas desamortizaciones de los bienes eclesiásticos promovidas por las administraciones públicas, sobre todo la ejercida en 1835, la Orden de los Mercedarios fue expropiada de todos sus bienes. Fue subastado el convento por dos veces en los años de 1839 y 1844 por un valor de 302.000 y 112.300 reales respectivamente. Tan solo el templo quedó exento de aquella ley, y fue incorporado a la parroquia de San Lorenzo. La Cofradía de la Virgen de los Remedios también quedó disuelta, aunque continuaron haciéndose cultos en su honor durante muchas décadas. Existen algunas referencias en la prensa local desde finales del XIX de los festejos que siguieron celebrándose cada 8 de septiembre, coincidiendo con otros celebrados con motivo de la tradicional Feria de Murcia. Quizá, por esta razón, la Virgen del Cuello Tuerto también es reconocida como la “Virgen de la Feria”, encontrándose, desde finales del XIX, algunas referencias con este título en la prensa local.

Quedaron también en las calles de Murcia vestigios de esa gran devoción popular. Concretamente, según relata Fuentes y Ponte, en la calle de la Merced, en el edificio propiedad de la familia Almela, existía una Virgen de los Remedios ubicada en un pequeño pórtico situado sobre la puerta principal de la fachada. Debajo del pequeño camarín de la Virgen, había una tabla en la que se podía leer: “El Ilmo. Sr. D. Diego de Rojas y Contreras, obispo de Cartagena, concedió 40 días de indulgencia a los que rezaren una Salve o Ave María a esta imagen de Ntra, Sra. de los Remedios, y otros 40 a los que rezaren un Credo al Niño. –1770–“.

También describe Fuentes y Ponte en su “España Mariana”: “en la casa número 21 de la calle cigarral, quedó entre los dos balcones del primer piso, un fajón volado con barandilla y cuatro faroles, tras una vidriera, un cuadro en lienzo representando un fondo de gloria con nubes y ráfagas, en el que hay copiada la imagen de vestir de Nuestra Señora de los Remedios, venerada en la iglesia del cercano ex-convento de la Merced.”

Aún, en nuestros días, sobre todo en rincones de la Huerta, sigue siendo una tradición celebrar el 8 de septiembre como el día grande de la Virgen de los Remedios, o Virgen de la Feria, pero sin aquel brillo, sin aquella pompa. Por distintas razones, la gran veneración que le dedicaron los murcianos durante los siglos anteriores fue desapareciendo poco a poco, se fue deshaciendo como su propio “polvillo milagroso”.

En la actualidad, la original y aparecida Virgen del Cuello Tuerto, puede seguir siendo contemplada, sin ornamentación añadida, en la capilla que la Orden Mercedaria había construido inicialmente en su honor cuando se trasladaron en 1560 junto a la Puerta Nueva, y que está situada en el transepto izquierdo de la Iglesia de la Merced de Murcia.

Aunque esta imagen de Nuestra Señora de los Remedios haya perdido la devoción y el fervor que en en su tiempo le brindó el pueblo de Murcia, su hermosa y legendaria historia le acompañará para siempre.

  


BIBLIOGRAFÍA

BELDA NAVARRO, CRISTOBAL. HERNÁNDEZ ALBALADEJO, ELÍAS.2006. Arte en la Región de Murcia. De la Reconquista a la Ilustración. Murcia.

DE CASCALES, FRANCISCO. 1614. Discursos Históricos de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Murcia.

DE LA PEÑA VEASCO, CONCHITA. 1993. Retablos Barrocos Murcianos. Real Academia Alfonso X el Sabio. Murcia.

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FUENTES Y PONTE, JAVIER. 1880. España Mariana. Provincia de Murcia. Lérida.

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VILLABONA BLANCO, Mª PILAR. 1993. La desamortización eclesiástica en la Provincia de Murcia (1835-1855). Real Academia Alfonso X el Sabio. Murcia.

Etiquetas: historia tradiciones

Murcia me gusta. Ciudad clara de colores calientes, de piedras tostadas, color de cacahuete tostado. Y notas deliciosas de luz, las calles estrechas y sin aceras, las “veredicas del cielo”, las tiendas de los artesanos, el esparto y la cuerda. Y ahora en el crepúsculo, una luz maravillosa.

Jorge Guillen

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