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El Imafronte

Llamamos imafronte a la fachada principal de un templo, que generalmente se encuentra a los pies del mismo, en el lado opuesto a la cabecera. Suele ser la fachada y portada más importante, así como monumental y trabajada. En la Catedral de Murcia adquiere aún más relevancia ya que es también la imagen de la Ciudad y de la Diócesis.

Lógicamente, el imafronte actual no es la primera fachada principal que tiene la Catedral, ya que transcurrieron 287 años entre ambas obras. Podemos pensar que contaría con algún acceso gótico, más o menos trabajado, que se construiría en el momento de erección del templo y que fue sustituido a mediados del S.XVI por la fachada renacentista de Jerónimo Quijano. No se tienen muchos datos de esta segunda obra, pero se sabe por descripciones que constaba de tres vanos de acceso, estando el central dividido por un parteluz, y divididos por columnas de orden corintio. No llegó a durar más de dos siglos, ya que en 1732 presentaba graves problemas de estabilidad debidos a las numerosas riadas que habían dañado a los cimientos.

Por aquella fecha se encontraban en Murcia diferentes ingenieros trabajando en la canalización del Reguerón, que fueron consultados y aconsejaron su derribo. En especial Sebastián Feringán, ingeniero militar que deseaba construir la nueva fachada, y que incluso fue a la corte a pedir apoyos, consiguiendo grandes aportes económicos de la Casa Real. También se sumaron a las ayudas el Ayuntamiento, la Diócesis y el Cardenal Luis Belluga Moncada, que envió dinero desde Roma. Finalmente sería Jaime Bort Miliá, recomendado por el sobrino del Cardenal, quien asumiría la dirección delas obras, como recoge el acta capitular del 9 de noviembre de 1736, en la que también aparece el nombre de sus principales ayudantes, entre ellos Juan de Gea y José López, que una vez acabada la fachada, construirían el tercer cuerpo de la Torre y el Balcón de los Conjuratorios.
Los trabajos de construcción duraron más de lo previsto, ya que Jaime Bort los alternaba con otras obras menores, finalmente se marcha a Madrid en 1752 y será su ayudante y aparejador Pedro Fernández  quien la culmine en 1754.

El castellonense Jaime Bort llegaba después de trabajar varios años como arquitecto mayor de la ciudad de Cuenca, donde no sólo desempeña la labor de arquitecto, como en la casa consistorial, si no también de escultor realizando el retablo de la ermita de San Roque. De hecho podríamos decir, parafraseando al propio Feringán, que Bort era un “escultor que se aplicó a la arquitectura”, cualidad que propició que el imafronte catedralicio no sea solamente la última gran obra del barroco español si no  una de las obras más importantes de este periodo.

El mejor término para definir el imafronte es fachada retablo, ya que es como un enorme retablo en piedra que cubre la cara oeste de la Catedral. El imafronte de la Catedral de Santa María la Mayor de Murcia mide 58 metros de altura y está realizado con materiales extraídos de las canteras de Abanilla, La Tinaja y Carrascoy.

Se divide en dos cuerpos separados por cornisa y un tercero que lo forma el gran casquete central, y en tres calles por tríos de columnas monumentales, de orden compuesto las superiores y corintias las inferiores, que descansan en un gran zócalo de mármol. Los entablamentos de estas columnas sobresalen, dándole al conjunto una gran movilidad y acentuando el juego de luces y sombras, características propias del barroco y que aquí alcanzan la perfección de una forma sublime. Tiene tres vanos de acceso, uno por calle, siendo el central más grande.
Como todo retablo contiene un programa iconográfico, en este caso una exaltación de la Virgen (a la que está dedicado el templo) y de la Diócesis de Cartagena. Se organiza en torno a un eje central formado por la puerta rematada con el escudo del cabildo y con el grupo escultórico de Santa María de Gracia y flanqueada por las esculturas de San Joaquín y Santa Ana (padres de la Virgen). Continúa con la Vidriera de la Fuensanta protegida con una reja, la Cruz de Caravaca, la Asunción de la Virgen y, nuevamente, el escudo del Cabildo. La remataba una escultura del Apóstol Santiago que fue retirada en 1803 por su peso. Desde este eje, a izquierda y derecha, y de forma totalmente simétrica, se localizan santos importantes de la Cristiandad y sobre todo relacionados con la Diócesis. De los primeros tenemos a San José y San Juan Bautista junto  a las puertas laterales, Santa Teresa y Santo Tomás de Aquino en las hornacinas de los extremos, y sobre éstas, San Pedro y San Pablo. También aparecen efigies de Apóstoles, Doctores de la Iglesia,… en el banco de mármol, simbolizando que son la base de la cristiandad, y sobre ellos se apoya, al igual que la fachada sobre el zócalo.

En el segundo grupo nos centraremos más, ya que son los que realmente tienen relación con la Diócesis. En primer lugar tenemos a los Cuatro Santos de Cartagena; San Leandro, San Fulgencio, San Isidoro y Santa Florentina en los intercolumnios inferiores. En los superiores a San Fernando (izquierda), que sujeta una maqueta de la Ciudad de Murcia que bajo su reinado se conquistó, y a San Hermenegildo (derecha), que se convirtió al cristianismo gracias a San Leandro. Junto a estos y a la vidriera, San Patricio, patrón de Murcia y San Petronio de Bolonio, del cual se dice que pudo haber nacido aquí. Sobre las calles laterales aparecen, a la izquierda San Poncio Porcario, natural de Murcia, y San Basileo, discípulo de Santiago junto al que llegó a España y fue nombrado Obispo de Cartagena; a la derecha San Liciniano también Obispo de nuestra Diócesis y San Ginés de la Jara, cuya historia cuenta que llego flotando gracias a su hábito a Cabo de Palos, de hecho, cerca de allí se levantó su ermita, que gozó de gran devoción popular, y que hoy se desmorona ante la impasible mirada de las autoridades.
Podríamos hablar durante horas del complejísimo programa iconográfico, pero nos centraremos en una curiosidad, la Matrona de Murcia. En el extremo derecho de la fachada, ya casi en la Plaza de los Apóstoles, se encuentra un pequeño relieve, similar al que hay en la fachada del palacio Almudí, que muestra a una mujer apartando a su hijo para amamantar al extraño, y que es la representación simbólica de la generosidad de la sociedad murciana. Es la única imagen no religiosa del Imafronte.

Para terminar hablemos de las tres puertas. Cada una tiene su nombre, o mejor dicho sus nombres, ya que reciben uno por la escultura y otro por el escudo que las coronan. La izquierda se llama la de San Juan o la del Cabildo y la derecha es conocida como la de San José o la del Concejo. El escudo del Cardenal Belluga y el del Ayuntamiento se colocaron en agradecimiento a las ayudas aportadas para la construcción. Por último la central es la Puerta del Perdón, y sólo se abre en tres momentos, para ganar el perdón si a la Catedral se le ha concedido el Jubileo, para que entre o salga el Rey y para que entre o salga Nuestra Señora de la Fuensanta, patrona de la ciudad de Murcia y su huerta.

Etiquetas: catedral arquitectura historia

Murcia me gusta. Ciudad clara de colores calientes, de piedras tostadas, color de cacahuete tostado. Y notas deliciosas de luz, las calles estrechas y sin aceras, las “veredicas del cielo”, las tiendas de los artesanos, el esparto y la cuerda. Y ahora en el crepúsculo, una luz maravillosa.

Jorge Guillen

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