El Puente Viejo

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La evolución urbanística de la ciudad de Murcia ha estado, desde su fundación, estrechamente condicionada por el río Segura. La ubicación del núcleo de la ciudad en un primitivo meandro del río y las constantes riadas que sufría la población, fueron marcando el desarrollo de la ciudad a través de los siglos.

Pasadas las dos de la tarde del día 26 de septiembre de 1701, una gran riada destruyó el viejo puente de piedra que ya existía en Murcia, el cual se encontraba situado frente a la llamada "Puerta del Puente" que daba acceso a la ciudad.

Después de este suceso y ante la urgencia de volver a unir cuanto antes ambos márgenes del río en la ciudad, se creó una junta para abordar la construcción de un nuevo puente. Esta junta tomó la decisión de aprobar con urgencia un proyecto para la construcción de un puente de madera presentado por Matías Marfil. Este quedó bastante maltrecho tras otra riada al no tener demasiada consistencia. El problema de unir las dos márgenes del río continuaba sin resolverse. La construcción del nuevo puente de piedra salió a concurso en enero de 1702. Al mismo se presentaron varios proyectos, de ellos salió elegido el de Juan de Cordoba y Riquelme, pero nunca llegó a ejecutarse.

Con posterioridad, el 24 de julio de 1703, y a petición expresa del Concejo, se presentaron dos nuevos proyectos para el nuevo puente de piedra: uno de Pelegrín y otro de Toribio Martínez de la Vega, quedando aprobado finalmente este último el 22 de enero de 1704. Los planos originales del proyecto aún se conservan en el Museo de Bellas Artes de Murcia. La construcción del nuevo puente se basaría en una estructura de dos arcos de medio punto con un estribo central en forma hexagonal.

Por diversas circunstancias, entre ellas varias riadas que complicaron la nueva construcción, no fueron iniciadas las obras hasta el año 1717, pero la falta de financiación de la obra fue un problema desde el comienzo del proyecto. Para agravar la situación, a petición de Felipe V, el Concejo de Murcia hubo de entregarle 14.000 doblones de oro para la construcción del Palacio de la Granja. El contratiempo económico se vio parcialmente resuelto gracias a la floreciente industria de la seda de Murcia. Gravaron con un impuesto especial cada libra de seda fabricada para recaudar fondos. También se organizaron Corridas de Toros para obtener beneficios para la ejecución de la obra del puente.

En abril de 1717 echaron a la cuenca alta del río la maderada que serviría de ataguía y andamio para la construcción. Tardaron seis meses en llegar a Murcia. Por fin, el 10 de septiembre de 1718 se colocó la primera piedra del Puente de los Peligros.

Toribio Martínez de la Vega se trasladó a Málaga en 1723 para diversos encargos, mientras tanto, iba y venía a Murcia para continuar con las obras del puente, hasta que falleció en la ciudad andaluza en 1733. Hasta entonces, la ejecución del puente había sufrido varias interrupciones. Distintos maestros fueron los que se encargaron de dar continuidad a las obras del puente. En aquel tiempo, Jaime Bort que se encontraba en Murcia para la construcción de la fachada de la Catedral, recibió también el encargo de la culminación del puente.

Jaime Bort, se encontró con la parte más complicada ya resuelta y siguió realizando los trabajos sobre los planos de Toribio Martínez de la Vega, aunque decidió suprimir el Torreón de la Puerta del Puente, que en un principio servía en el proyecto inicial para dar peso al estribo. De esta manera ganaba maniobrabilidad para el tráfico rodado de aquella época.

El día 28 de junio de 1740 quedó cerrado el primero de los arcos del puente, y el 15 de agosto de ese mismo año se terminó de cerrar el segundo y con ello dar casi por concluidas las obras, aunque no sería hasta el año 1742 cuando finalizaron definitivamente. El 12 de septiembre del citado año, se colocó sobre el puente la imagen de la Virgen de los Peligros, de una gran devoción para los murcianos. Esta popular imagen, también da nombre al puente, conocido como "Puente Viejo" o "Puente de los Peligros".

En 1850, el puente sufrió una primera reforma en la que se ampliaron sus aceras mediante una estructura metálica unida a la sillería. Algunos elementos decorativos del proyecto inicial tuvieron que ser suprimidos. La segunda de estas reformas se realizó en 1867 en la que se agrandó la estructura metálica superior, quedando el Puente Viejo tal y como lo conocemos en la actualidad.

Referencias Bibliográficas:
"Murcia: ciudad, territorio, cultura y agua". Emilio Estrella Sevilla
"Fechas Murcianas". J. Fuentes y Ponte
"El Puente Viejo de Murcia". Concepción de la Peña Velasco

Etiquetas: arquitectura historia

Murcia me gusta. Ciudad clara de colores calientes, de piedras tostadas, color de cacahuete tostado. Y notas deliciosas de luz, las calles estrechas y sin aceras, las “veredicas del cielo”, las tiendas de los artesanos, el esparto y la cuerda. Y ahora en el crepúsculo, una luz maravillosa.

Jorge Guillen

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