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La historia de la Hacienda Lo de Casas

Enclavada en Churra, maltrecha y desvencijada, apenas su blasonada torre del siglo XIX se mantiene erguida, una hidalga atalaya con los escudos heráldicos de quienes fueron sus propietarios, los Aledo y Calderón. Desde allí se divisaban antaño los millares de pinos, almendros y algarrobos, los centenares de olivos y varias decenas de higueras que cubrían el suelo fértil de la finca en el momento de su máximo esplendor. Así sería gracias al empeño y al amor que puso en aquellas tierras quien fuera uno de sus propietarios, don Mariano Vergara Pérez de Aranda, I marqués de Aledo.

Según consta en la testamentaria del señor marqués[1], la finca había quedado “inscrita a favor de D. Mariano Vergara y Pérez de Aranda en el tomo 489, folio 171, línea 25.176, inscripción 1ª, por herencia al fallecimiento de su padre D. Víctor Vergara y Moñino.

Es decir, la finca había pertenecido hasta entonces a la familia paterna de don Mariano Vergara Pérez, algo que justifica el nombre con que figura registrada la hacienda y que permanece epigrafiado sobre la puerta de acceso al patio interior: “Lo de Casas”. En el árbol genealógico que se conserva en el Archivo Histórico de la Nobleza, figuran el progenitor del señor marqués con el nombre de Víctor Vergara y Casas, hijo de Antonio Vergara y Fernández de Quevedo, y de Aleja Antonia de Casas y Farin[2]. Según la descripción de aquella escritura testamentaria, otorgada en Madrid, a 18 de octubre de 1883 ante el Notario don Manuel de las Heras y Martínez, se describe a la letra lo siguiente:

Una hacienda redonda en el Campo de Murcia, partido de Espinardo, compuesta de olivar, tierra blanca y de pastos, llamada “Lo de Casas”, lindando por Levante tierra olivar de Doña Carlota Starico y Ruiz y de los herederos de Don Mariano Navarro Abellán, en parte senda de servidumbre por medio, Mediodía otras fincas de D. José Serrano; Poniente y Norte la Rambla de Churra. Consta de 400 tahúllas de tierra arbolado con 3591 olivos. 13 higueras y un almendro, 22 fanegas de tierra blanca y 77 fanegas 10 celemines de lomas vertientes; que todo forma una superficie total de 106 fanegas 6 celemines, ó sea 111 hectáreas, 68 áreas y 62 centiáreas. En el centro de esta finca se halla edificada una casa en parte de uno y en parte de dos pisos, cubiertos de tejado y distribuidos convenientemente en habitaciones para dueño y para el labrador. Tiene además bodega, cuadra y pajera; una almazara con todos los útiles necesarios para la elaboración del aceite y aljibe para el surtido de agua potable. Todas estas edificaciones son de mampostería y ladrillo y ocupan una superficie de 1066 metros, 26 centímetros, que se hallan inclusos en la cabida que se ha señalado antes de la finca. Tiene además ésta, entrada propia por un carril que parte de la vereda de ganaderos que conduce de Espinardo a Orihuela en el sitio titulado La Cruz de Piñero y derecho a riego en las aguas derivadas de la Rambla de Churra por medio de una boquera abierta en el sitio titulado “Charco negro” al Norte de la hacienda, para el servicio exclusivo de ella, a cuyo objeto las aguas se hallan distribuidas convenientemente por medio de varias obras de mampostería.

Valorada en 41.880 pesetas.

Hemos de añadir que, aunque el nuevo propietario había nacido en Murcia en 1833, su domicilio habitual se encontraba emplazado en Madrid, ciudad en la que se doctoró en Derecho y Filosofía y Letras por la Universidad Central, donde ejerció posteriormente como profesor, y sustentando, entre otros cargos, el de Senador del Reino durante distintas legislaturas. Este lejano emplazamiento habitual del nuevo propietario no supuso un mayor inconveniente para el mantenimiento, ni de esta, ni de otras fincas de su propiedad. Mariano Vergara demostró a lo largo de su vida tener un gran amor por la tierra que le vio nacer y no perdió jamás su relación con ella. Este excepcional filántropo, que aún no ha sido convenientemente reconocido en Murcia, contrajo matrimonio con doña Josefa Calderón Montalvo, hija del marqués de Reinosa, don Fernando Calderón Collantes, el once de mayo de 1879. El listado de sus innumerables obras de caridad no tendría cabida entre estas líneas, aunque a modo de muestra podemos destacar la fundación de la Cuna de Jesús en Madrid y las obras de ampliación del Hospital de San Juan de Dios en Murcia.

Una vez que la hacienda Lo de Casas fue propiedad legítima de don Mariano Vergara Pérez (desde 1883), se ampliaron tanto la variedad como el número de árboles plantados en las tierras de la hacienda. De esa forma se alcanzó la cifra de 5.000 pinos, 3.025 almendros, 2.404 algarrobos, 445 olivos y casi un centenar de higueras. La casa principal se amplió hasta llegar a los 1.561 m2 construidos, incluyendo cocheras, cuadras, almazara con prensa hidráulica y varias zafras para depositar aceite. Se edificó otra casa de 224 m2 con corral y cuadra de una sola planta, conocida como Casa del Puente en la que habitaba el labrador encargado de las tierras. Otra de igual distribución llamada de la Atalaya, de 187 m2, cuatro aljibes y boqueras para riego, entre otras mejoras. En total, estas obras de ampliación alcanzaron un coste de 71.559 pesetas, tal y como figuran en los documentos testamentarios[3].

Heredó don Mariano, además de estas tierras, un especial cariño, sensibilidad y afición al campo de su propia madre: doña Teresa Pérez de Aranda y Aledo de Vergara. Así se deduce en la dedicatoria del libro titulado “Para el Campo”, un recopilatorio de poemas campestres, que el propio I marqués de Aledo editó, y con estas palabras dirigidas a su madre, doña María Teresa Pérez de Aranda y Aledo de Vergara[4]:

“A tu santo recuerdo, amada madre mía, dedico este libro que seguramente no habría compilado sin mi afición al campo, la cual te debo, entre otros muchos inestimables beneficios, el menor de ellos acaso, con ser tan grande, el haberme dado vida […]

Don Mariano Vergara y Pérez encontró el sueño eterno en Madrid, el doce de mayo de 1912[5]. Todas sus propiedades, incluyendo el marquesado de Aledo, recayeron sobre su viuda pues el matrimonio no disfrutó de hijos. Así, doña Josefa Calderón Montalvo, se convirtió el la II marquesa de Aledo. Además del título nobiliario, la nueva propietaria de la finca Lo de Casas, ejerció también el de Camarera de Nuestra Señora de la Fuensanta desde 1893 hasta el día en que falleció, el cinco de febrero de 1918. Sucedió en Murcia, precisamente en la Hacienda que nos ocupa[6].

La finca Lo de Casas quedó expuesta a la venta por los herederos de la II marquesa de Aledo. Según la liquidación conyugal de los marqueses, fechada en 1915, la hacienda tenía un valor de 105.644 pesetas, aunque con una anotación manuscrita sobre uno de los documentos de la testamentaria se cifra el valor en 125.000 pts, y aclara: “En esto deseaba Mariano que se vendiera”[7]. Se deduce, por tanto, que don Mariano Vergara y Pérez, sería consciente del poco recorrido que tendrían sus propiedades al no tener el matrimonio una descendencia directa que pudiera haber velado tanto por sus intereses capitales como por lo sentimentales.   

Una vez realizada la venta, curiosamente, sería doña Carolina Codorníu y Bosch, hija de don Ricardo Codorníu Stárico y doña Mercedes Bosch Bienert, la nueva propietaria[8]. Aclaremos que, su padre, don Ricardo Codorníu, era sobrino de doña Carlota Stárico y Ruiz, quien fuera dueña de buena parte de las tierras que lindaban a levante con la hacienda. Es decir que la familia Codorníu continuaba expandiendo sus territorios, empresa iniciada tras la desamortización de Mendizábal. Otra curiosidad, al margen de la nueva titularidad de la finca Lo de Casas, es que el título de Camarera de la Virgen de la Fuensanta, también pasó a ser propiedad de la familia Codorníu tras el fallecimiento de doña Josefa Calderón, en concreto de doña María Codorníu y Bosch, hermana de la nueva propietaria de Lo de Casas.

La hacienda tuvo continuidad y siguió siendo productiva con la nueva propiedad de doña Carolina Codorníu, la cual contrajo matrimonio con don Antonio Pérez-Urruti. Destacó también doña Carolina por su alma caritativa. Ayudó siempre a los más necesitados, y por sus numerosas muestras de generosidad fue distinguida, entre otros, con el título de Presidenta de Honor de Cruz Roja y la Gran Cruz de la Beneficencia. Uno de sus últimos gestos de filantropía fue la donación de su gran biblioteca, compuesta por más de 1500 volúmenes, a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Murcia, siendo nombrada por ello, Profesora Honoraria de la Facultad[9].  Tras su fallecimiento, en 1985, se vuelve a repetir la historia, aunque esta vez con menos suerte. Sus herederos, al igual que hicieron los de doña Josefa Calderón en 1918, decidieron vender las tierras. Desde entonces, en Lo de Casas, nada ha vuelto a ser ni parecido.

La expansión desmesurada de la zona norte de la ciudad de Murcia, anexo al negocio inmobiliario y especulativo, junto a la facilidad con que se han visto recalificados desde las administraciones públicas algunos terrenos de carácter rural, han repercutido directamente sobre el valor de estas tierras. Distintos propietarios con afán comercial se han hecho con las escrituras de estas fértiles tierras, que llegaron a ser más de cien hectáreas de arbolado y plantaciones, y ahora forman parte de una urbanización residencial con pequeños chalets adosados.

Lo verdaderamente lamentable es que las distintas edificaciones del siglo XIX de la hacienda Lo de Casas, una clara muestra de la arquitectura tradicional murciana, y que fueron regentadas desde entonces por personas ilustres que forman parte de la historia de la ciudad de Murcia, don Mariano Vergara y Pérez de Aranda, y doña Carolina Codorníu y Bosch, unidos por el digno denominador común de su filantropía, han quedado prácticamente en ruinas y abandonadas.

A falta de un informe que dicte el verdadero estado de la casona, aparentemente, la torre, con cubierta a cuatro aguas y artesonado de madera, parece sufrir ciertos daños estructurales; el mirador sobre una de las dos puertas de acceso a la vivienda principal completamente destrozado; restos de un pequeño incendio parcial en el cornisamento de madera de la fachada principal; la vegetación silvestre ha invadido casi la totalidad de la planta inferior; y un largo etcétera de muestras, denotan el estado de abandono de los distintos inmuebles, evidenciando la dejadez de los actuales propietarios, al parecer una empresa en concurso de acreedores.  

A pesar de que el inmueble es de propiedad privada, este se encuentra recogido en el listado del Plan del Conjunto Histórico-Artístico de Murcia (PECHA), que por cierto, queda ya un tanto obsoleto en cuanto a los informes de los bienes protegidos, y debiera ser actualizado con carácter urgente. Entre las observaciones que recoge dicho informe respecto a la Finca Lo de Casas, se describe lo siguiente: “Villa residencial suburbana de estilo barroco, desarrollado en dos alturas, por entrada marcada por porche mirador. Dispone como mirador uno de sus extremos. La lectura de esta edificación va acompañada de frondosa vegetación en sus alrededores”. En cuanto a la normativa de protección, en Grado 2, se dispone en el mismo informe lo siguiente: “Deberá conservar la volumetría y composición de huecos en todas sus fachadas, no alterando en futuras rehabilitaciones los materiales y colores originales, Se deberá respetar su entorno próximo de vegetación”.

Como nada de lo anterior se cumple, sirvan estas líneas para intentar rescatar una pequeña parte material de la historia de Murcia, y un legado sentimental de quienes fueron sus principales propietarios durante más de un siglo, grandes almas benefactoras que dejaron un extenso muestrario de su caridad.

A la memoria de don Mariano Vergara Pérez de Aranda, y doña Carolina Codorníu y Bosch

 

NOTAS

[1] Testamentaria de D. Mariano Vergara Pérez. AHNOB, Aledo, C 1248. Doc 2, pags. 17-18

[2] Así figura en un documento manuscrito titulado: Padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y cuartos abuelos del Excmo. Sr. D. Mariano Vergara y Pérez de Aranda. AHNOB, Aledo, C 1248

[3]  Testamentaria de D. Mariano Vergara Pérez. AHNOB, Aledo, C 1248. Doc 2, p.7

[4]  VERGARA PÉREZ, MARIANO. Para el Campo, Madrid, 1899, p.7

[5] Diario El Liberal, Madrid. 15 de mayo de 1912, p.4

[6] Así lo expresa en la esquela de aniversario por fallecimiento de la señora marquesa, publicada en el diario El Tiempo, de Murcia el 16 de mayo de 1919.

[7] Con probabilidad, debe ser una nota manuscrita por doña Josefa Calderón Montalvo en uno de los documentos de la liquidación conyugal. AHNOB, Aledo, C 1248

[8] CELDRÁN GÓMEZ, CARMEN. RC Magazine nº 12. La Casona de la Ladera, p. 18

[9] Diario Línea, Murcia. 13 de noviembre de 1981, p. 5

Etiquetas: arquitectura historia

Murcia me gusta. Ciudad clara de colores calientes, de piedras tostadas, color de cacahuete tostado. Y notas deliciosas de luz, las calles estrechas y sin aceras, las “veredicas del cielo”, las tiendas de los artesanos, el esparto y la cuerda. Y ahora en el crepúsculo, una luz maravillosa.

Jorge Guillen

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