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El Castillo de Monteagudo

Hablar de Monteagudo es hacerlo sobre un pequeño cerro desde el que se puede divisar toda la huerta de Murcia. Quizá, esta posición estratégica ha hecho que este enclave sea el lugar más antiguo de la historia de nuestra ciudad. Tras las recientes excavaciones realizadas en la Ermita de San Cayetano (1999-2001) se descubrieron restos de la civilización argárica, es decir, de hace unos 3700 años, aunque en algunas crónicas del S. XIX sobre el histórico lugar, ya se describe que, con frecuencia, son encontradas monedas romanas, ánforas, lucernas, hebillas, calificando aquel sitio como “una fuente inagotable de antigüedades”. Destacable es el ajuar funerario y tres cabañas de dicha época, además de los restos descubiertos pertenecientes a la civilización Íbera, así como un templo romano, monedas del emperador Augusto y parte de una calzada romana fechada en el siglo I. 

Aunque lo que hace que Monteagudo sea un verdadero enclave fundamental en nuestra historia es la fortaleza que corona el cerro. El origen de esta fortificación es anterior al siglo XI, pues su primera  referencia escrita data de la época de Muhammad ben Tahîr, emir de Murcia, que fue encarcelado en el castillo-prisión de Monteagudo cuando las tropas de Ibn Ammar se hicieron con el control de la ciudad. Quizá, el verdadero origen del castillo pueda ser de época bizantina. Cuando estos ocuparon el sur de la península ibérica, hacia el año 552, pues crearon la provincia de Spania con capital en Cartagena, e impusieron un severo sistema fiscal con el fin de levantar una red de fortalezas, entre otras, un pequeño castillo en Monteagudo y otro cerca de Los Garres. Aunque el auténtico responsable de la arquitectura de esta fortaleza que, casi en estado de ruina, ha podido llegar hasta nuestros días es Abd Allâh Muhammad ben Saîd ben Mardanîsh, más conocido como Ibn Mardanîsh, o Rey Lobo. Este, que había llegado a ser el gobernador de Valencia, en 1147 expulsó a los Almorávides de Murcia y extendió desde nuestra ciudad todo su poder político por Valencia, Albacete, Granada, Jaén, Úbeda y Carmona, es decir, casi la mitad de al-Andalus.

monteagudoDurante el mandato de Ibn Mardanîsh la arquitectura de aquella Murcia se engrandeció notablemente. No solo convirtió en una fortaleza el Castillo de Monteagudo, sino que fue también el responsable de finalizar la solidificación de la muralla de la ciudad y el palacio residencial Dâr al-Sugrá, cuyos restos se encuentran en el Museo de Santa Clara. También acometió la edificación de los palacios residenciales y de recreo del Castillejo y Larache, ubicados también en Monteagudo, convirtiendo este enclave en el más importante de aquella etapa.

Respecto a la fortaleza de Monteagudo, quedó finalmente estructurada en dos recintos diferenciados en altura y fortificados mediante la técnica del encofrado por tapias endurecidas con cal y piedras. Un primer recinto inferior que cuenta con doce torres cuadradas o rectangulares, en el que existían habitaciones, silos abovedados y aljibes para el abastecimiento; y otro superior del que se conservan cinco torres que servían de atalaya y reforzaban su defensa, y en el que se ubicaba el lugar de residencia de alcalde y el cuerpo de guardia.

Ya, durante la época cristiana, el castillo fue residencia del rey Alfonso X durante sus estancias en Murcia. Se conservan documentos reales expedidos en Monteagudo y fechados en 1257. Unos  años después, en su III repartición, el Rey Sabio cede a su esposa doña Violante el Castillo de Monteagudo además de 600 tahullas de tierras. Después, fue el Obispo de Cartagena quien llegó a ser propietario del castillo cuando le fue cedido, aunque, por su importancia estratégica, pronto volvió a la propiedad de la Corona, asignándose su custodia a un alcaide real.

El Castillo de Monteagudo continuó siendo todo un baluarte debido a las continuas incursiones desde Orihuela entre los reinos de Aragón y Castilla. Esta situación perduró hasta finales del siglo XV, cuando los Reyes Católicos decidieron unir ambos reinos, y tras la conquista de Granada, se puso fin a una larga etapa beligerante. El establecimiento de la paz en todos los territorios de una incipiente España fue, quizá, el origen de un progresivo abandono de la histórica fortaleza murciana, siendo su último alcaide don Juan Chacón Alvarnaes, adelantado mayor de Murcia, y padre de Pedro Fajardo Chacón, I Marqués de Vélez.

 

El Cristo de Monteagudo

Mención aparte merece la imagen del Sagrado Corazón de Jesús que corona el cerro sobre el que se asienta la fortaleza. Esta advocación, aunque de origen medieval, fue consagrada públicamente por Alfonso XIII el 30 de mayo de 1919 en el Cerro de los Ángeles, provincia de Madrid. Desde entonces, en Murcia y en la Diócesis de Cartagena, existió también el deseo de tener un Sagrado Corazón de Jesús. Para llevar a cabo tal proyecto se creó la llamada “Junta del Monumento Diocesano”, pero las dificultades económicas para la financiación y otra serie de obstáculos, hicieron retrasar la ejecución. No debieron de faltar ideas, pero quizá, la que propuso don Rafael López Martínez, el cual había sido presidente del “Apostolado de la Oración”, fuese una de las más efectivas. Esta idea fue publicada en el Diario La Verdad de Murcia del 4 de marzo de 1925, con el fin de influenciar, tanto en la Diócesis como en el resto de la población, la necesidad de financiar el Monumento a través de una suscripción popular, trasmitiendo la misma primero a los que más recibieron de nuestro Señor, y haciéndola extensible también a los más desfavorecidos. Así, se creó un Album que se encerraría en el Corazón del Monumento con los nombres de todos los contribuyentes. La cuota mínima para ese privilegio se estableció en 15 pesetas para los individuos y 30 para las familias.

Finalmente, el 31 de octubre de 1926, pudo quedar consagrado el Monumento, que fue ejecutado por el escultor murciano Anastasio Martínez, ayudado por su hijo, también incipiente escultor, Nicolás Martínez Ramón. Aunque, lamentablemente, aquel monumento tan solo llegó a estar en pie diez años. 

Con la llegada de la Segunda República, algunos políticos mostraron públicamente su rechazo, incluso hubo quién pidió su completa demolición, también secundado por una parte de ciudadanos. Fernando Piñuela, Alcalde de Murcia, trató de suavizar la idea y propuso una transformación del Monumento por otro en favor de la proclamación de la República. Finalmente, el 24 de noviembre de 1936, se procedió a la voladura que puso fin a aquel primitivo Monumento al Sagrado Corazón de Jesús.

Veinticinco años después se volvió a erigir un nuevo Monumento. El 28 de octubre de 1951, se consagró el actual Cristo de Monteagudo, obra de Nicolás Martínez Ramón. Esta vez fueron las administraciones las que sufragaron todos los gastos del nuevo Monumento. Esta escultura superaría las proporciones de la anterior. A diferencia de la primera, la figura de Cristo se erige con los brazos abiertos en cruz. Mide catorce metros de altura más el pedestal que sirve de base, y once metros en la extensión de los brazos, de un extremo de la mano mano al otro.

Desde 1931, el Castillo de Monteagudo es monumento Patrimonio histórico de España, incoado por resolución en 1992 publicado en el BORM el 20/4/1992. Ahora, con el paso de las generaciones, con la perspectiva que da el tiempo, y con la pertinente disección de nuestra historia, el Cristo también parece formar parte indisoluble de esta vieja fortaleza medieval murciana. Tan solo falta que, de una vez por todas, las administraciones públicas asuman su responsabilidad, que queden anclados en las decisiones proteccionistas de este monumento histórico, sino que actúen, siempre en las medidas de sus posibilidades, y sepan poner en valor una parte tan importante de la historia de Murcia y de España.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

ATIENZA Y PALACIOS, FEDERICO. Guía del forastero en Murcia. 1872.

DIARIO LA VERDAD DE MURCIA. Archivo Municipal de Murcia. 1925/1926.

HOJA OFICIAL DEL LUNES. Murcia y su provincia se consagran al Corazón de Jesús. 29/10/1951.

NAVARRO PALAZÓN, JULIO. JIMÉNEZ CASTILLO, PEDRO. La arquitectura de Ibn Mardanîsh: revisión y nuevas aportaciones. Escuela de estudios de Granada. 2012.

NUESTRO APOSTOLADO. Monumento Diocesano al Corazón de Jesús.  Murcia. 31/10/1926.

Etiquetas: arquitectura historia

Murcia me gusta. Ciudad clara de colores calientes, de piedras tostadas, color de cacahuete tostado. Y notas deliciosas de luz, las calles estrechas y sin aceras, las “veredicas del cielo”, las tiendas de los artesanos, el esparto y la cuerda. Y ahora en el crepúsculo, una luz maravillosa.

Jorge Guillen

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