Antonio Buendía Martínez, el autor del cartel del Entierro de la Sardina 2018, es un pintor murciano del barrio de San Antón. Académico correspondiente de la Real Academia Alfonso X El Sabio, y diplomado universitario por la Universidad de Murcia.

La fiesta más popular y multitudinaria de cuantas se celebran en la ciudad de Murcia tiene un nombre: El Bando de la Huerta. El primer martes después de Semana Santa, la huerta invade la ciudad para mostrar y perpetuar sus costumbres. El folclore, los oficios, los atuendos que determinaron a la incomparable huerta murciana, engalanan la Murcia urbana en un gran desfile caracterizado por esa generosidad perpetua del pueblo murciano.

La explosión final de las fiestas que cada Primavera se celebran en de la ciudad de Murcia, es un gran desfile cargado con matices carnavalescos, en donde se mezclan toda una variada gama de elementos con marcado carácter mediterráneo. El fuego, la luz, el color, la música; combinados de una buena dosis de Mitología, con la venerable condición del pueblo murciano, encumbran la noche final de una semana plagada de festejos. 

Aquellos tiempos de Difuntos no eran como los de ahora. La golosinería de los huesos de santo, los buñuelos de viento, y el arrope con gachas, endulzaba la dolorida remembranza de los que se habían marchado. Sobre el mármol de la cómoda, oscilaba inquieta la llamita de la “mariposa”. Los mayores se iban al cementerio con ramos de crisantemos, y los críos nos quedábamos con la abuela, comiendo pipas de una “corona” de girasol tierno, que exhalaba un aroma incomparable. Había entonces una aceptación, resignada y serena, de la muerte, que ya había visitado a la familia y que, inevitablemente, lo seguiría haciendo. Todo el mundo se ha preguntado, como Séneca, si la muerte es fin o tránsito.

La Feria de Murcia tiene sus orígenes en el siglo XIII, cuando el 19 de mayo de 1266 el rey Alfonso X el Sabio otorgó una disposición para que esta capital celebrara una feria por la festividad de San Miguel. Por aquel entonces, el motivo de estas ferias era principalmente el de intercambio de productos, mercancía y ganados. Aún quedan, por tanto, en la feria actual reminiscencias de aquellas fechas con la Feria de ganado y los puestos de artesanía.

Murcia me gusta. Ciudad clara de colores calientes, de piedras tostadas, color de cacahuete tostado. Y notas deliciosas de luz, las calles estrechas y sin aceras, las “veredicas del cielo”, las tiendas de los artesanos, el esparto y la cuerda. Y ahora en el crepúsculo, una luz maravillosa.

Jorge Guillen

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