A la Torre
Hermosa galana de nacimiento,
divina majestad de estirpe toscana,
gigante atalaya, seña cristiana,
la guía más grande del firmamento.
Diriges a repique de campana
la existencia. ¡Murciana de mis amores!;
y tus bellos guijarros de colores
reflejan la bella huerta sultana.
Habitas eternamente erguida,
acariciando el cielo con tu aliento
con nuestra semblanza bien recogida,
y ante ti, entregado y macilento,
tras conquistar la gloria prometida,
velaré tu figura en mi pensamiento.
[A la Torre de la Catedral. Antonio Jiménez. Primavera de 2016.]
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