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  • Antonio Jiménez Lacárcel
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Así fue nuestra V Ruta LovingMurcia

A las 10:30 horas nos dábamos cita en el Arco de Santo Domingo. Tras los saludos habituales, la bienvenida a los más de treinta asistentes y los agradecimientos a los colaboradores de costumbre, la Asociación Cultura Díaz Bautista y Neocromo Producciones Gráficas, anunciamos el que iba a ser nuestro, breve pero intenso, recorrido por nuestro patrimonio.

Lo más inmediato era trasladarnos al Monasterio de Santa Ana, apenas a un centenar de metros de donde nos encontrábamos. Allí nos esperaba Alejandro Romero, el guía oficial de aquel convento dominico. Quizá nadie mejor que él para desvelar los encantos de una de las iglesias más armónicas de nuestra diócesis. Un espectacular retablo mayor de estilo barroco con detalles que lo hacen único; una imaginería de primer orden, y el antiguo retablo renacentista donde se encuentra la venerada imagen de la Virgen del Rosario. Tras empaparnos de la historia del convento y de todos los rincones de su iglesia, con la visita al camarín de Santa Ana y la Virgen Niña dimos por finalizada la visita al Monasterio.

El siguiente paso fue trasladarnos a la calle de Santa Clara, la antigua Calle de la Acequia. Precisamente de eso queríamos hablar, de la acequia, concretamente de La Aljufía, una de las dos acequias mayores la cual se encuentra allí mismo, solo que unos metros soterrada. Un patrimonio invisible en la actualidad, pero con una influyente historia de hace más de mil años. La vida de La Aljufía marcha paralela a la de la ciudad de Murcia. La influencia de su trazado en la configuración urbana aún podemos constatarlo. A su ribera, además del suntuoso alcázar mardanasí Dar al Surgrâ, en el siglo XIII y tras la cristianización de Murcia, se fueron asentando hasta seis órdenes religiosas, y más tarde, se sirvieron de sus aguas distintas industrias sederas de las cuales aún tenemos vestigios.

A solo unos metros de allí nos esperaba el monumento al ilustre D. José Echegaray, nada más y nada menos que Premio Nobel de Literatura en 1904. Pero no solo eso, fue un eminente Ingeniero, Ministro de Hacienda, Senador, Presidente de la Real Academia Española de la Lengua, excelso dramaturgo, y algunos otros cargos más. Pero sobre todo fue un gran hombre y además murciano, aunque nacido en Madrid. Con esta frase lapidaria nos dejó su sentimiento… “Fui niño en Murcia y no lo volví a ser en ningún otro sitio”.

Aún nos quedaba viajar en el tiempo, concretamente al siglo XIV para descubrir la legendaria historia de la Virgen del Cuello Tuerto. Así que nos trasladamos a la Iglesia Conventual de la Merced donde se venera dicha imagen, aunque quizá sería más realista si conjugamos en verbo en pretérito imperfecto: “se veneró”. La historia de la Virgen de los Remedios, conocida también por la Virgen del Cuello Tuerto, está repleta de leyendas, engrandecidas sin duda por una consolidada devoción popular de las más grandes que la ciudad ha tenido en su historia.

Tras dos horas de recorrido dimos por concluida nuestra quinta ruta por las calles de Murcia. La quinta sin que hayamos repetido ni un solo punto de visita de las anteriores. Es nuestro empeño continuar dando a conocer la cantidad de razones por las que podemos amar la historia, el patrimonio y la cultura de Murcia.
¡Hasta la próxima!

Etiquetas: ruta turística

Murcia me gusta. Ciudad clara de colores calientes, de piedras tostadas, color de cacahuete tostado. Y notas deliciosas de luz, las calles estrechas y sin aceras, las “veredicas del cielo”, las tiendas de los artesanos, el esparto y la cuerda. Y ahora en el crepúsculo, una luz maravillosa.

Jorge Guillen

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