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La Capilla de los Vélez

Existe en la Catedral de Santa María la Mayor de Murcia una capilla dedicada a San Lucas, que fue declarada Monumento Nacional en 1928, y en la actualidad Bien de Interés Cultural. Su historia alimenta la leyenda, y su riqueza arquitectónica refulge de una manera sobresaliente. Fue a voluntad de Don Juan Chacón, Adelantado mayor de Murcia allá por 1491, el que. omitiendo el poder eclesiástico, obtuvo el permiso para su ejecución de los mismísimos Reyes Católicos. La idea era establecer en la Catedral un suntuoso enterramiento familiar, sirviendo al tiempo de un espacio donde perpetuar su linaje y sellar, a la vez, una impronta de autoridad y poder. Cuentan, que durante muchos años, en sus muros estuvieron colgando los pendones arrebatados a las tropas moriscas en la célebre Batalla de los Alporchones.

Desde los inicios de su construcción, la Capilla de los Vélez no ha dejado impasible a nadie. Al parecer, poco tiempo después de comenzar las obras, algunos ciudadanos mostraron su descontento al Concejo por el poco espacio que quedaría en la calle al traspasar la nueva Capilla esa línea circundante del entorno de la Catedral, aunque tras la última restauración realizada, se ha podido comprobar que los pilares de su fachada se asientan sobre los mismos que anteriormente ocuparon otras dos pequeñas capillas, una de ellas propiedad de D. Pedro Fajardo Quesada, Adelantado de Murcia desde 1444 a 1482.

Las obras principales se extendieron durante el periodo comprendido entre los años de 1491 y 1507. Así figura escrito a lo largo de todo el perímetro interior de la Capilla, junto a la base de la cúpula, con una tipografía de marcado carácter gótico con la que se puede leer lo siguiente: Esta obra mandó hacer el muy magnífico señor Don Juan Chacón, Adelantado de Murcia, Señor de Cartagena. Acabóla su hijo Don Pedro Fajardo, Marqués de Vélez, Adelantado de Murcia. Año de 1507, a 15 de Octubre.  
Para describir la arquitectura de la Capilla diremos que su planta es un octógono de unos 13,5 metros de diámetro, pero no todos los lados de éste polígono son iguales: el espacio donde se encuentra el altar tiene cinco lados, y parte del acceso posee los tres lados de diferente longitud a los anteriores. Otro dato fundamental de la estructura de la Capilla estriba en que la bóveda que cubre éste polígono es una estrella de diez puntas que cubre la planta mencionada de ocho lados, dificultad resuelta con un arco en dos de los rincones de la bóveda. Este dato bien se aprecia en la fotografía que ilustra éste artículo.

La decoración propia del interior de la Capilla de los Vélez está enmarcada en el estilo gótico flamígero, también catalogado por otros historiadores como gótico isabelino. Abundantes detalles vegetales acompañan a columnas, bóvedas, doseletes y triforios, a los que se unen otros muchos elementos decorativos. En el Altar Mayor destaca un Cristo tallado en piedra sobre un fondo de estilizadas conchas. El acceso al interior desde la girola está resuelto con un triple arco que rompe deliberadamente las líneas marcadas en la mayoría de las capillas de la Catedral. En el exterior de la Capilla, bastante más diáfano en cuanto a la decoración, destacan los dos tenantes escoltando el escudo de armas de la familia, el cual se repite por triplicado en el cuerpo superior. Entre éstos dos cuerpos, se sitúa una enorme cadena que abraza todo el perímetro exterior de la fachada, que al parecer fue construida hacia el año 1538. Tras algunas atribuciones sobre la autoría de la Capilla de los Vélez, no existe aún el estudio definitivo que señale verazmente quién está detrás de tan magna obra.

Numerosas son las curiosidades y leyendas forjadas a lo largo de los siglos sobre los muros que encierran la Capilla de los Vélez, iniciadas muchas de ellas por el fuerte temperamento y personalidad de D. Pedro Fajardo, I Marqués de los Vélez. Una de las leyendas más populares sin duda es la que cuenta las desventuras del escultor que talló la gran cadena que rodea la Capilla, que según la creencia popular le mandaron extirparle los ojos para que no pudiera hacer otra igual.
Un hecho que no debemos dejar de mencionar, es que durante casi cinco siglos, el púlpito situado a la izquierda del acceso al interior de la Capilla ha estado presidido por una jocunda calavera. El origen de este curioso elemento, lamentablemente hoy desaparecido, bien hubiera podido estar en las maltrechas relaciones del I Marqués de los Vélez, D. Pedro Fajardo Chacón, con las autoridades eclesiásticas.

A pesar de sus grandes diferencias con el entonces deán de la Catedral, Martín de Selva, un enconado enfrentamiento con el Obispo de Almería, Don Diego Fernández de Villalán, por unos asuntos económicos, fueron detonantes para la excomunión del Marqués, en la que intervino hasta el mismísimo Papa Clemente III. Quedando por tanto prohibido, que sus restos pudieran descansar en éste lugar sagrado, hay quién asegura, que en venganza ordenó D. Pedro Fajardo colocar un esqueleto que pudiera presidir eternamente la Capilla. Además de ésta versión, existen algunas otras sobre el origen de la calavera tal y como nos cuenta el periodista Antonio Botías. Sea como fuere su verdadero origen, parece triste perder ésta figura que durante tanto tiempo ha sido una característica bastante afamada de tan suntuoso lugar.

Otro detalle curioso que no debemos pasar por alto es la figura que representa al anteriormente mencionado Obispo de Almería, D. Diego Fernández de Villalán. Ésta escultura se encuentra situada en la fachada de la Capilla, aunque un tanto escondida, en el panel orientado hacia poniente, sobre una hornacina vacía y sostenido en su peana por Lucifer.

Etiquetas: catedral arquitectura historia

Murcia me gusta. Ciudad clara de colores calientes, de piedras tostadas, color de cacahuete tostado. Y notas deliciosas de luz, las calles estrechas y sin aceras, las “veredicas del cielo”, las tiendas de los artesanos, el esparto y la cuerda. Y ahora en el crepúsculo, una luz maravillosa.

Jorge Guillen

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