Construcción de la Catedral
Para empezar, debemos realizar una contextualización histórica para conocer los orígenes de la Catedral y eso nos lleva a la época musulmana de la ciudad y a la conquista cristiana. En 1243 representantes de Ibn-Hud, Emir de Murcia, y de Fernando III El Santo, Rey de Castilla, firman el tratado de Alcaraz por el cual Murcia pasa a ser un protectorado castellano, es decir, los musulmanes podían mantener propiedades y religión a cambio del pago de determinadas rentas.
Durante la época musulmana el lugar que hoy ocupa la Catedral lo ocupaba la Mezquita Aljama (mezquita mayor) y durante el protectorado siguió siendo templo musulmán. Sin embargo, los cristianos no respetaron lo pactado y esto conllevó una sublevación musulmana que tuvo que ser aplacada por las tropas de Jaime I El Conquistador, que acudieron a la ciudad a la llamada de su yerno Alfonso X El Sabio. Una vez conquistada la ciudad en 1266 se rompió el Tratado de Alcaraz y Murcia pasó a ser un territorio cristiano más dentro del Reino de Castilla.
Cuando Jaime I tomó la ciudad realizó una misa en honor a la Virgen en la Mezquita, consagrándola así como iglesia. Como tal permaneció hasta 1291, momento en el que el Rey Sancho IV ordena el traslado de la Diócesis a la ciudad de Murcia, pero manteniendo el nombre de Carthaginensis, y convirtiendo así la antigua Mezquita Aljama en la primera Catedral de Murcia.
La Mezquita Aljama era un edificio de grandes dimensiones ya que tenía que dar cabida a la población murciana musulmana del S.XIII que era muy numerosa, y por lo tanto era apta para ser utilizada como catedral. No obstante, requería de ciertos elementos propios de los templos cristianos que no tenía. De esta manera, el obispo Pedro de Peñaranda ordena la construcción del claustro a mediados del S.XIV, convirtiéndose así en la parte más antigua de la actual templo (lo que queda del claustro y los restos de la mezquita pueden contemplarse en el museo catedralicio).
Una vez concluido el claustro, se decide derribar la Mezquita y construir una nueva Catedral. Será en 1385 cuando comiencen las obras bajo el obispado de Fernando de Pedrosa y durarán cerca de 80 años. En ese tiempo cabe destacar la labor de Diego Sánchez de Almazán, quien fue maestro de obras durante los momentos más importantes de la construcción. La bula de consagración llega en 1465 firmada por el Papa Pablo II, pero no será hasta el 20 de octubre de 1467 cuando sea oficialmente consagrada con el nombre de Santa Iglesia Catedral de Santa María la Mayor de Murcia.
Desde ese día podemos dar por concluidas las obras de construcción de la Catedral, pero hasta el reciente S.XX se le van a hacer reformas y añadidos que cambiarán su fisionomía hasta convertirla en la Catedral que conocemos hoy.
La Fábrica de la Catedral
La Catedral se construyó a lo largo de aproximadamente un siglo, desde que comenzaran las obras del claustro a mediados del S.XIV hasta que se consagrara en 1467. Aunque en este periodo en buena parte de Europa ya se estaba instaurando el renacimiento, en España el estilo utilizado era el gótico, y además, dependiendo del reino, había diferentes variedades. Murcia, por su localización, siempre ha estado en el cruce de reinos e influencias, y esta situación marcó considerablemente el estilo constructivo de la catedral, ya que formaba parte del Reino de Castilla pero era fronteriza con el de Aragón y con el musulmán de Granada, además de recibir influencias italianas a través del mar.
Esto hace que la Catedral de Murcia sea un templo típico del gótico castellano, que se caracteriza por ser de tres naves, siendo la central más alta. Sin embargo recibe una clarísima influencia del gótico mediterráneo o levantino, que es el estilo que se da en la zona costera del Reino de Aragón (Comunidad Valenciana, Cataluña y Baleares) y que está definido por la luz tan característica de esta parte del territorio. En estas catedrales la decoración es escasa y se reduce prácticamente a capiteles y claves de bóvedas, los muros son lisos y las ventanas son muy pequeñas. Son también de marcado carácter horizontal, es decir, de poca altura en relación a la profundidad.
Detalle de la Capilla de Junterones
Como decíamos, estas características están definidas por la luz. Las ventanas son más pequeñas porque, por diminutas que fueran, van a dejar pasar mucha más luz que las grandes vidrieras de las catedrales del centro de España (y que, por supuesto, las de Centroeuropa), y supone también que no se necesite que la catedral sea muy alta, ya que no es necesario tanto muro para abrir vanos. Con estas medidas se conseguía un ahorro importante en la construcción, que luego iba a poder ser destinado a la compra de ajuar litúrgico para su embellecimiento, y además la cercanía con el Reino de Granada creaba la inseguridad de una posible guerra, y si esta estallase o se perdiese el territorio en manos de los musulmanes, cuanto menos hubiese costado la construcción, mucho mejor.
Técnicamente hablando la catedral es una iglesia de tres naves cubiertas por bóvedas de crucería sexpartitas, siendo la central más ancha y más alta, con el coro a los pies frente al altar mayor, con orientación Oeste-Este, con veintiuna capillas radiales y nueve interiores (en el momento de su construcción), con claustro a los pies junto a la nave del evangelio (izquierda), tres accesos (Oeste, Norte y Sur) y transepto no sobresaliente en planta aunque curiosamente más largo el brazo norte que el sur.