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El Cristo de la Sangre

Una de las imágenes con más devoción de toda la Semana Santa de Murcia es, sin duda, la impresionante talla del Cristo de la Sangre. Realizada por el escultor de origen francés Nicolás de Bussy en el año 1693. Jesús crucificado, camina sobre el lagar para redimir con su "Sangre" todos nuestros pecados.

A finales del siglo XVII, la Archicofradía de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo se plantea cambiar la imagen de su titular, hasta entonces, un Ecce Homo conocido como el Cristo de las Penas. Los frailes Carmelitas, que andaban enfrentados con la Cofradía en aquellos años, habían pensado sustituir la imagen del titular. A este hecho reaccionó la Cofradía realizando el encargo del “Paso de la Preciosísima Sangre de Cristo”, al gran escultor nacido en Estrasburgo pero que se encontraba afincado en Murcia.

El Cristo, originalmente, estaba acompañado en el trono con cinco ángeles de los que, lamentablemente, solo se conserva uno, el cual recoge en un Cáliz la Sangre que brota del costado de Jesús Crucificado. Nicolás de Bussy cobró por la realización del Cristo de la Sangre 250 reales de a 8 de plata vieja. La talla, lamentablemente, sufrió un importante quebranto y deterioro durante la guerra civil española. Tras este triste episodio, la imagen, que había quedado prácticamente destruida, fue restaurada de manera sobresaliente por el escultor José Sánchez Lozano. En 1992 se le realizó a la talla una nueva restauración con motivo de su participación en le Exposición Universal de Sevilla, llevada a cabo por Manuel Mateo Cuenca.

Cada Miércoles Santo, el Cristo de la Sangre procesiona por las calles de Murcia acompañado de cientos de cofrades ataviados con la tradicional “túnica colorá”. El actual trono, realizado en Sevilla en 2010, es portado por 24 nazarenos-estantes.

Etiquetas: Semana Santa escultura

Murcia me gusta. Ciudad clara de colores calientes, de piedras tostadas, color de cacahuete tostado. Y notas deliciosas de luz, las calles estrechas y sin aceras, las “veredicas del cielo”, las tiendas de los artesanos, el esparto y la cuerda. Y ahora en el crepúsculo, una luz maravillosa.

Jorge Guillen

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