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La Cofradía de Jesús

En los albores del siglo XVII, en la ciudad de Murcia, y a petición de Fray Alonso de Salcedo, prior de la orden de San Agustín, transmite la inquietud de algunos fieles por fundar una cofradía de culto. Así, el segundo día del mes de agosto de 1600 tras un Decreto Fundacional del Obispo de la Diócesis, Don Juan de Zúñiga, quedaron redactadas y aprobadas las primeras constituciones de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

En el tercer día de aquel agosto de 1600 se celebró el primer cabildo de aquella nueva institución. El fin primordial de la Cofradía de Jesús era tributar a la figura de su Nazareno, una imagen de Jesús de Nazaret (efigie de origen italiano), de obsequios y ofrendas piadosas, promover su mayor culto y veneración, constituyendo la máxima expresión para el mismo, la solemne Procesión del Viernes Santo en la mañana recorriendo las calles de Murcia.

Rigieron la Cofradía desde un principio los frailes agustinos del Convento de Santa María de la Arrixaca, con la colaboración de algunos seglares de otras parroquias de la ciudad, entre los que se encontraba Francisco de Peralta, que fue el primer mayordomo de la institución. Muy pronto caló en la sociedad murciana, así como en la diócesis, la Cofradía de los Nazarenos, la cual obtuvo bula de indulgencias y diferentes donaciones, como la Capilla de las Once Mil Vírgenes en 1626, con la que pudieron ampliar su pequeña capilla del convento agustino.

Lamentablemente, la tragedia se adueño de aquella Murcia del siglo XVII el 14 de octubre de 1651. La tremenda riada de San Calixto se llevó por delante el patrimonio acumulado hasta entonces por la Cofradía. Tan solo pudo conservar la imagen de Nuestro Padre Jesús, el acta fundacional, y las constituciones que fueron copiadas en 1653 por los mayordomos Damián Ferrer y Pedro Castaño, compulsadas por el notario D. Francisco Mellado el 10 de enero de 1663 a petición del mayordomo D. Miguel Lorente.

En las décadas siguientes, los cofrades de Jesús fueron recuperando el patrimonio perdido. Obtuvieron nuevos pasos procesionales con el compromiso de varios gremios de la ciudad a procesionar en Viernes Santo. Al mismo tiempo, D. Francisco Roxas Borja, ordenó demoler la vieja ermita de San Sebastián para construir una para Nuestro Padre Jesus Nazareno: La Iglesia de Jesús. La privativa iglesia comenzó a construirse en 1679 proyectada por Francisco de Hontiyuelos. El 30 de septiembre de 1696 se colocó en ella la imagen de Nuestro Padre Jesús. Éste hecho, el de contar con una sede propia, representó una nueva situación jurídica frente a los monjes Agustinos.

El impulso de los Nazarenos por engrandecer el patrimonio de la Cofradía no pararía aún. Durante el siglo XVIII, se produjeron unos cambios fundamentales en la evolución de la Cofradía de Jesús. Por un lado, el largo pleito que mantuvieron con los religiosos de San Agustín, hasta que en 1765 se obtuvo la sentencia definitiva que terminó con la exención de su jurisdicción espiritual. Por otra parte, el enorme engrandecimiento artístico que se consiguió tras la renovación de los pasos insignias a cargo del escultor Francisco Salzillo.

En 1752, Don Joaquín Riquelme y Togores, Mayordomo de la Cofradía, encargó a Francisco Salzillo el paso insignia de "La Caída" para sustituir el que hasta entonces había portado el gremio de carpinteros. Tal fue el éxito de la obra del insigne escultor, que recibió el encargo de la total renovación del resto de los pasos. Así, en 1754, Salzillo culmina para la Cofradía “La Oración en el Huerto”, en el siguiente año entregaría “San Juan” y “La Santa Mujer Verónica”. “La Dolorosa” en 1756, “La Santa Cena” en 1761, el paso de "El Prendimiento" en el año 1762 y el último paso que realizó para la Cofradía fue “Jesús en la columna” en 1777. Finalizando el siglo XVIII, en 1792, Frey Francisco González de Avellaneda, Bailío de Lora y Señor de Benavente, le encarga a Pablo Sístori la pintura mural del interior de la Iglesia de Jesús, a base de arquitecturas figuradas.

Ya en el siglo XIX, merced a las aportaciones de Bailío de Lora se construye un camarín de estilo neoclásico para Nuestro Padre Jesús Nazareno. Aunque durante la primera parte de este siglo, la Cofradía sufrió un disminución de su importante patrimonio merced a la Guerra de la Independencia y las desamortizaciones de Mendizábal y Espartero. Aún así, se llevaron a cabo algunas restauraciones de las imágenes y se fundó la fundación pía del Mayordomo Elgueta.

El rey Alfonso XIII visitó la Iglesia de Jesús el 27 de junio de 1903, siendo presidente de la Cofradía el duque de Amalfi, hijo del conde de Roche. Fruto de aquella visita y del nombramiento como Mayordomo de la Cofradía del monarca, ésta recibió el título de Real el 17 de diciembre del mismo año. En 1904, la Cofradía de Jesús adquiere los terrenos colindantes a la Iglesia para reconstruir el camarín de La Dolorosa. El Museo Salzillo fue iniciado, tras unos primeros intentos fallidos, en 1941, siendo entonces Emilio Díez de Revenga el presidente de la Cofradía de Jesús. La apertura al público del Museo Salzillo llegaría tras la trasformación de la Iglesia para el uso museístico y la terminación del edificio de nueva planta, en el año 1961.

En estos últimos años, tras cumplir cuatro siglos desde su fundación, la Cofradía de Jesús ha renovado completamente sus constituciones, ampliando a la vez sus funciones de culto con algunas otras de carácter benéfico-social como los Voluntarios de Jesús, la Capilla de Canto y la Escolanía de Jesús. Ahora, en el siglo XXI, la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, tanto por su dilatada historia y tradición, así como su prestigioso patrimonio artístico es, sin ninguna duda, una de las instituciones más importantes de la ciudad de Murcia.
 

Referencias Bibliográficas:
Díaz Casou, Pedro. "Pasionaria Murciana".
Belda Navarro, Cristobal. "La Pasión según Salzillo". 
Montojo Montojo, Vicente, "Revista Nazarenos".

Etiquetas: historia Semana Santa

Murcia me gusta. Ciudad clara de colores calientes, de piedras tostadas, color de cacahuete tostado. Y notas deliciosas de luz, las calles estrechas y sin aceras, las “veredicas del cielo”, las tiendas de los artesanos, el esparto y la cuerda. Y ahora en el crepúsculo, una luz maravillosa.

Jorge Guillen

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